Comisarios, la nueva hornada

Proyectos como «Jugada a 3 bandas», en Madrid, o unas jornadas del Ministerio de Cultura sobre comisariado independiente ponen cara a los jóvenes «curators» españoles

Propuesta de Enrique Radigales del comisario José Castañal (Travesía 4) para «A 3 bandas»

La galería Cámara Oscura ha optado por un proyecto colectivo dirigido por Edu Hurtado; Blanca Soto se ha dejado asesorar por Mariano Mayer; en Formato Cómodo Susana Blas seleccionó a Esther Achaerandio; Javier Duero introduce en Raquel Ponce a Jacopo Miliani y Luc Mattenberger... Estas son algunas de las catorce propuestas aglutinadas en el programa Jugada a3 bandas, capitaneado en Madrid por Virginia Torrente, y que pretende introducir la labor del comisario en un ámbito tan connotado como la galería de arte. Esta cita, y las jornadas sobre comisarado independiente en España, organizadas por el Ministerio de Cultura en la capital entre los días 7 y 8 de abril, permiten tomarle el pulso a la situación de esta práctica entre las generaciones más jóvenes.

«El objetivo de Jugada a 3 bandas –explica Torrente– era acabar con la gran brecha entre curators y galeristas. Se diseñó una lista orientativa de comisarios, pero es verdad que la nómina final es la de un conjunto de profesionales muy jóvenes –Hurtado, Manuel Segade, José Castañal...– que rondan los 35 años. Yo creo que esta generación, en la que me incluyo por afinidad, se caracteriza por su solidaridad y su deseo de trabajar en equipo. Han nacido al calor de toda un conjunto de nuevas galerías con las que comparten mayor preparación y ganas de trabajar. Saben de arte y llegan con una estrategia».

El recambio necesario

De una opinión similar es Karin Ohlenschläger, cabeza visible del grupo de trabajo propuesto por el Instituto de Arte Contemporáneo (del que también formaron parte pesos pesados del comisariado en España como María del Corral, David G. Torres o Glòria Picazo), sobre cuyas conclusiones de estudio se organizarán las jornadas del Ministerio: «España cuenta ya con un recambio generacional de comisarios. Sin embargo, no es la formación lo que les distingue de sus antecesores. Ese sigue siendo aquí el caballo de batalla. Para mí, la formación es fundamental, pero porque la especialización es imprescindible en cualquier sector profesional. De los nuevos comisarios destaco su versatilidad, su actitud constructiva para responder a los retos del presente y, sobre todo, su actitud abierta para desjerarquizar la propia figura del comisario y dialogar de tú a tú con los artistas y el público».

En ambas iniciativas participa Tania Pardo (1976), «aunque a mí habría que meterme ya en la generación de los joveviejos, pues llevamos muchos años trabajando en esto». Sin duda, a Pardo, que ha preparado para MaisterraValbuena la colectiva Fat Chance to Dream, no le falta razón: trabajó durante siete años en el Laboratorio 987 del MUSAC y fue una de las impulsoras, junto con Manuel Villa –otro de los nombres a destacar–, de la Plataforma Curatorial, una herramienta de trabajo que, sin llegar a ser asociación, aglutina a los profesionales del sector y fomenta el intercambio de ideas: «Nosotros salimos de la universidad sin saber lo que era un comisario. Eso nos llevó a ponernos a trabajar. Los compañeros que no nos sacan tantos años –Edu Hurtado, Iván López Munuera...– lo tienen más fácil en ese sentido. Ya existen másters que actúan como catalizadores de lo que nosotros aprendimos con la práctica». Sergio Rubira, integrante de la agencia de producción cultural RMS, apostilla: «Fuimos la primera promoción de Historia del Arte en España, un experimento universitario en sí mismo. Como nuestros mayores, aprendimos haciendo. Ellos nos facilitaron el camino y nos enseñaron que errores no había que cometer, como los de trabajar de forma aislada».

El fin de las estrellas

Para Alberto Sánchez Balmisa, que también ejerce la crítica, lo que distingue a las nuevas hornadas es el tipo de relaciones que establecen con el entorno: «Para nosotros priman los afectos con los demás agentes del arte y no las relaciones profesionales o las catapultas a la fama. Ha llegado el fin del comisario estrella que trabaja con los mismos artistas y se sirve de ellos. Y luego hay tendencias, que surgen de manera natural, como la de preferir al comisario puro y no tanto al que ejerce la crítica. Por otro lado, sigue imperando un complejo de inferioridad a la hora de compararnos con lo de fuera, pero aquí hay gente que se mueve. Latitudes es el mejor ejemplo». Precisamente, Mariana Cánepa, una de las caras visibles de este colectivo, apunta: «No podemos competir con nuestros homólogos extranjeros porque las condiciones de trabajo no son en absoluto las mismas. Nuestra generación es la primera a la que no le da miedo decir “soy comisario”, pero hay que subir mucho el nivel aún».

En Madrid, Lurdes Fernández, responsable de Off Limits, referente en este ámbito en la ciudad junto a agrupaciones como La Más Bella, La Enana Marrón o Espacio Menosuno, está acostumbrada a trabajar con estos agentes: «Yo prefiero denominarlos mediadores o catalizadores. Eso es lo que me permite meterme en el mismo saco; figuras menos hegemónicas, en contacto con otra gente, no necesariamente del arte, para que ocurran cosas y generar tendencias. Que no esperan a ser llamados por una institución. Hay caminos ya agotados y la crisis demuestra que no habrá marcha atrás».

¿Cuáles son entonces los retos de esta generación? Para Tania Pardo, debemos ahondar en la profesionalización: «Hay que empezar a hablar de dinero sin miedo. Hay que pautar las retribuciones y los códigos deontológicos». Sánchez Balmisa hace una apreciación: «Deben funcionar las microéticas. Deben ser las instituciones las que trabajen de forma más ética con los comisarios. A nosotros lo que nos toca es poner en valía el arte español. La generación entre 30 y 40 años está a punto de dar el gran salto. Debemos ayudar a que dé sus frutos». Cánepa insiste en «subir el nivel»: «No podemos aceptar trabajos que suponen un problema ético. Nos llegó un encargo para el catálogo de la Bienal de Venecia, pero ofrecían 50 euros por texto. No puedes estar haciendo currículum hasta los 45. Y luego, no hay feedback en lo que hacemos. Los agentes del arte vienen a España a tomar sol y sangría. Recibimos semanalmente mails de muchas bienales para que les demos nombres de artistas españoles. Saben que con SEACEX pueden hacer negocios. ¡Ven aquí a conocerlos!». Rubira, remata, y apuesta por «no obsesionarse por la internacionalización: «Trabajemos más sobre el contexto».

Javier Díaz-Guardiola / Madrid: Comisarios, la nueva hornada, ABC, 2 de abril de 2011