Fallece Lucian Freud, el pintor de los desnudos carnales

El nieto de Sigmund Freud fue, junto a Francis Bacon, uno de los más brillantes representantes de la Escuela de Londres

Nacido en Berlín el año 1922, Lucian Freud, que era nieto de Sigmund Freud, se instaló en Londres en 1932, llevado allí con solo 10 años por su familia, huyendo de la inmediata barbarie nacional socialista, y su presumible plan implacable de exterminio judío. Dada la corta edad con la que desembarcó en Reino Unido, se comprende que su formación artística y posteriormente su brillante desarrollo como pintor se llevase a cabo como si se hubiese tratado de un genuino artista británico. De hecho, adquirió la nueva nacionalidad en la temprana fecha de 1939. Por todo ello, aunque su origen germánico es indudable, se le ha considerado siempre como uno de los más brillantes representantes de la llamada Escuela de Londres, un grupo informal que aglutinó a un conjunto de artistas de primer rango, surgidos todos ellos tras la II Guerra Mundial, entre los que se contaron figuras tan prominentes como Francis Bacon o Frank Auerbach, los cuales se caracterizaron por estar de alguna manera vinculados a una figuración de estirpe expresionista.

Esta fotografía sin fechar, cedida por el Centro Pompidou de París, muestra al artista británico en su taller.- CENTRE POMPIDOU (EFE)

No se puede, sin embargo, tampoco negar la impronta artística alemana que configuró la personalidad de Lucian Freud. Hay que tener en cuenta que su padre, que era arquitecto, había sido asimismo un prometedor pintor, en la época de la Secesión de Viena, y que no solo Lucian Freud, sino el resto de los representantes de la Escuela de Londres, coquetearon en su juventud con el surrealismo y con los pintores alemanes de la llamada Nueva Objetividad, como Otto Dix o Georg Grosz. Al margen de estos precedentes artístico-culturales, Lucian Freud estudió en la Central School of Art y en el Goldsmiths' College, antes de iniciar su carrera artística, hacia comienzos de 1940. Su primera exposición colectiva se produjo en 1944, pero la maduración de su estilo y el comienzo de su proyección pública no se produjo hasta una década después, a partir de 1951. Desde entonces, habiéndose librado de esas primeras influencias artísticas continentales, Freud se centró en una peculiar interpretación de la pintura realista, conectada en parte con el precedente británico de Stanley Spencer, pero también dejándose contagiar por el morboso sentido físico, carnal y existencial del primer Francis Bacon, con el que mantuvo siempre una relación dialéctica y artística muy vivaces. La pintura de Lucian Freud debe su original peculiaridad al modo con el que supo abordar la figura humana, fundamentalmente desnuda y haciendo siempre valer su turbadora densidad carnal. En su interpretación del desnudo, Freud unió la peculiar visión forzada con que Edgar Degas espiaba los desnudos femeninos, para obtener un punto de vista insólito, y un sentido matérico que les daba una fuerza táctil, muchas veces de efecto turbador. En realidad, como él mismo declaró, pretendía que la propia pintura tuviese una densidad elástica, como la de la carne: "Quiero que mi pintura funcione como carne. Para mí, la pintura es la persona. Que ejerce sobre mi mismo un idéntico efecto que la carne".

El pintor Lucian Freud, junto a su madre.- DAVID MONTGOMERY (GETTY)

Esta versión del desnudo tan directa y, valga la paradoja, descarnada, así como su independencia de juicio y de costumbres le valieron, en el siempre puritano mundo británico, una fama de alocado libertino, atravesándose con ello muchas veces la frontera del sensacionalismo barato. No hace muchos años, cuando Freud era ya un octogenario, causó malestar la exhibición pública de un autorretrato en el que él se mostraba de pie, pintando sobre un lienzo, mientras una joven desnuda se abrazaba a una de sus piernas. Tomar esta autorepresentación como un delirio exhibicionista, no solo es un error, sino que significa desconocer la historia de la pintura occidental, a la que este genial artista rindió un sagaz culto, plagando con citas inteligentes de grandes maestros del pasado muchos de sus mejores cuadros. En cualquier caso, no cabe la menor duda de que Lucian Freud ha sido no solo uno de los mejores pintores británicos del siglo XX, sino que, todavía más importante, uno de los artistas figurativos más originales y poderosos de la época contemporánea.

Autorretrato. Pintura titulada 'Autorretrato, reflexión', de Lucien Freud, expuesta en Londres. MATTHEW FEARN (AP)Autorretrato de Lucien Freud que muestra su ojo morado. SOTHEBY'S

Francisco Calvo Serraller: Fallece Lucian Freud, el pintor de los desnudos carnales, EL PAÍS, 21 de julio de 2011

La poderosa expresión de Lucian Freud
Lucian Freud: 88 años de hiperrealismo

Lucien Freud, el maestro del hiperrealismo británico se fue. Pero sus lienzos se quedan. Muchos de sus cuadros pertenecen a colecciones privadas de multimillonarios y coleccionistas que los adquirieron a través de subastas. Pero otros, repartidos por todo el mundo, pueden verse en los museos de arte moderno más importantes. Aquí están algunos:
  • "Supervisora de ganancias durmiendo" (1995). Este lienzo, en el que aparece una mujer obesa recostada sobre un sofá, convirtió a Freud en el pintor vivo más cotizado al vendérselo, en 2008, por 33,6 millones de dólares en la sede de Christie's, en Nueva York, al empresario ruso Román Abramóvich.
  • "Retrato de Rose" (1978-1979). Pertenece a la colección privada de uno de los mayores coleccionistas de arte de Estados Unidos, Steven Cohen. En 2009 cedió el lienzo para una exposición en la casa de subastas inglesa Sotheby's.
  • "Le docteur Robert Le Masle" (1946). Se trata de un retrato del doctor y coleccionista francés Robert Le Masle, amigo de pintores, escritores y músicos. Tras su muerte, en 1970, la familia donó el lienzo al centro Pompidou, en París, donde puede verse.
  • En España se pueden contemplar cuatro lienzos de Lucian Freud en el Museo Thyssen- Bornemisza de Madrid: "Reflejo con dos niños, autorretrato" (1965). "Gran interior. Paddington" (1968-1969), "Último retrato" (1976-1977) y "Retrato del Barón Thyssen Bornemisza" (1981-1982). Todos pertenecen a la colección permanente del museo desde los años 1979 al 1984.
  • Retrato de la Reina Isabel II (2001). En casos excepcionales, Freud realizaba retratos oficiales. Este lienzo, donde se ve a la monarca inglesa luciendo una corona de diamantes, causó un gran revuelo de opiniones entre críticos y público. Pertenece a la colección privada de la Casa Real británica.
  • "Girl with a Kitten" (1947). La primera esposa del pintor, Kitty Godley, fue su musa en las primeras pinturas de Freud. Esta, que representa la más importante, pertenece a una colección privada.
  • "Mujer sonriendo" (1958-1959). La protagonista esta vez Suzy Boyt, otra de las esposas del pintor. El cuadro, que estuvo algún tiempo en la colección de la viuda de Ian Fleming, el creador de James Bond, fue subastado el pasado 28 de junio.
Lucian Freud: 88 años de hiperrealismo, EL PAÍS, 22 de julio de 2011

[...]. En la Bienal veneciana de 1954, el Reino Unido presentó tres "jóvenes artistas": dos relativamente curtidos, Francis Bacon y Ben Nicholson, y un casi novato, Lucian Freud. Por entonces, Freud mostraba aún, pese a su estricto realismo, fuertes influencias de Giacometti y Picasso (a quien conoció personalmente en 1947), y utilizaba pinceles de pelo de marta. Eran pinceles que le permitían regocijarse en los detalles, como las ventanas reflejadas en las pupilas de Retrato de una chica (la chica era su primera esposa, Kitty Epstein), y en plasmar con exactitud los frutos de su minuciosa observación.

La obsesión por observar y comprender le provocaba terribles dolores de cabeza, le impedía trabajar sentado (desde hace cuatro décadas pinta de pie) y amargaba, como sigue amargando hoy, a sus modelos, a los que somete a jornadas de ocho horas diarias durante semanas o meses ininterrumpidos.

William Feaver, un inglés tímido y desgarbado, amigo del artista y director de la exposición del Correr, define a Freud como "un pintor de expresión poderosa que se concentra en la realidad, en lo que deberíamos ver, y no en lo que vemos". Freud se empeña en captar y plasmar lo más auténtico de sus modelos y el resultado son figuras de carne mórbida, tocadas por una luz pálida y delicada y contempladas desde perspectivas académicamente imposibles. Es el resultado de la exploración que inició a finales de los cincuenta, armado con drásticos pinceles de pelo de cerda que le permiten infinitos trazos gruesos e infinitas correcciones.

Sus modelos suelen ser amigos y familiares. La niña curvada en el suelo, hostil y fatigada, de Interior grande se convirtió, años después, en la madre de otras dos pequeñas modelos, Frances y Alice Costelloe. La Rose Boyt de Retrato de Rose fue 20 años más tarde la figura central del desasosegante retrato de La familia Pearce, elaborado con tal lentitud que hubo que corregir las posiciones para hacer sitio a un niño nuevo nacido entretanto. "No es un ermitaño, ve con frecuencia a su gente y mantiene una cierta fidelidad en las relaciones", explica Feaver.

Su gente es muy variada y, pese a todos los esfuerzos de los críticos aficionados al psicoanálisis, no incluye al célebre abuelo, a quien conoció por poco tiempo y al que recuerda como "un señor comprensivo y muy divertido". Lucian Freud no ha leído la obra de Sigmund Freud. Según contó una vez él mismo, sólo leyó el libro sobre Manía y humor, en busca de chistes. Lucian fue hijo de Ernst, hijo menor de Sigmund, arquitecto afincado en Berlín, y emigró con su familia a Londres en 1933 para escapar del nazismo. No hubo escuela que le resistiera y tras una breve temporada en la remota East Anglian School of Painting se alistó, en 1941, en la Marina de guerra. Sólo soportó el primer viaje al mar del Norte, no por miedo a los buques enemigos, sino a sus propios compañeros. Volvió a Londres, pasó seis meses en París y la isla griega de Poros al concluir la guerra y en 1947 conoció a Francis Bacon, que fue su amigo, su principal influencia, su compañero de correrías y su modelo ocasional.

Freud no quería que el primer retrato que le hizo a Bacon fuera recuperado para la exposición del Correr. Lo recordaba como un fracaso y prefería el segundo, inacabado porque el modelo se largó sin avisar y desapareció una temporada. El cuadro había permanecido en una residencia privada y William Feaver lo fotografió y se lo mostró al pintor. Freud examinó las imágenes, caviló durante un tiempo y finalmente accedió a que fuera expuesto en Venecia.

Doble retrato, de Lucian Freud-En 1947 conoció también a Picasso y colaboró brevemente con él. De pocos años después, 1953, es una obra extraña y de historia sugestiva. Se llama Bananas y muestra unos racimos de bananas trabajados con la habitual minuciosidad: son bananas platónicas. Esas bananas crecían en el jardín de Goldeneye, la finca del ex agente secreto británico Ian Fleming, que escribía en aquel momento, mientras alojaba a Freud (ambos se cayeron mal siempre, sólo les unía Ann, la esposa de Fleming), su primera novela, llamada Casino Royale, protagonizada por un agente con licencia para matar de nombre James Bond.

La mayor parte de lo que se expone en Venecia ya estaba incluido en la gran retrospectiva organizada en 2002 por la Tate de Londres, que pasó luego por la Fundación La Caixa de Barcelona y el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles. El máximo interés se concentra en las tres grandes novedades: Retrato de la reina Isabel II, El brigadier y El pintor sorprendido por una admiradora desnuda.

El retrato de Isabel II es el único en que Elizabeth Windsor es mostrada como una mujer anciana, afectada por un larguísimo reinado y por los abundantes desastres de su familia. Se trata de una pieza minúscula, que hubo que ampliar dos centímetros para que cupiera la corona. Nadie diría, mirando a poca distancia, que los montones de pasta de los que emerge el rostro costaron años de trabajo y largas sesiones de pose; hay que alejarse un poco para percibir la grandeza del resultado: las mejillas que cuelgan, la mirada apagada, los labios crispados de la primera funcionaria del reino. El retrato fue considerado insultante por buena parte de la opinión pública británica, pero figura en la colección personal de Isabel II y, por una vez, ha sido prestado a un museo.

El brigadier es el general Andrew Parker Bowles, compañero de Freud en las cabalgadas matutinas por Hyde Park (el pintor sigue montando sin silla a los 82 años) y protagonista de la más sonada historia de cuernos del siglo XX. El general luce todas sus medallas, calza botas impecablemente lustradas y con espuelas, cruza las piernas con elegancia sobre una butaca. Pero la guerrera está abierta, el cuello, desabotonado, y el abdomen abulta bajo la camisa.

Y la mirada lo dice todo. Se trata de un óleo de gran tamaño que, sin embargo, encierra la intimidad de una miniatura. Si por el retrato de la modelo Kate Moss embarazada, y piezas similares, se pagan cinco o seis millones de euros, resulta imposible calcular cuánto podría pagarse por una obra maestra como El brigadier. El pintor sorprendido por una admiradora desnuda viene a suponer el resumen final de la obra de Freud.

Con niños. Fotografía sin fechar cedida el 3 de febrero de 2010 por el Centro Pompidou de París. Muestra la pintura 'Reflejo con dos niños' (Autorretrato). CENTRE POMPIDOU (EFE) | 22-07-2011
Sonrisa femenina. Varios visitantes contemplan la pintura 'Mujer sonriendo', durante una presentación fotográfica en la sala Christie's, en Londres. AKIRA SUEMORI (AP)
Freud, hacia los años 90. Su carrera abarca casi medio siglo. Ha sido descrito como uno de los grandes pintores del siglo veinte, y una de sus pinturas más famosas es un gran desnudo de una mujer durmiendo en un sofá, que se vendió por la cifra récord de 33, 6 millones.DAVID MONTGOMERY (GETTY IMAGES)

Enric González, Venecia: La poderosa expresión de Lucian Freud, EL PAÍS, 10 de junio de 2005