Miradas al fresco... con William Blake

Sus contemporáneos le rechazaron por transgresor, los más jóvenes y los que siguieron a éstos le aceptaron como fuente de inspiración y, transcurrido más de un siglo, se convirtió en el gran icono de la contracultura de los años 60. Hasta los Rolling Stones, que cumplen ahora cinco décadas sobre los escenarios, leyeron sus textos gracias a los consejos de Marianne Faithfull.

William Blake (1757-1827) es uno de los tesoros británicos. Poeta, pintor y grabador, su obra se conserva prácticamente completa en Reino Unido porque los ingleses lo quisieron así. Hubo incluso colectas públicas para que el trabajo de Blake se quedara en la Albión que él tanto criticó. Por su moral y por su inmovilismo. Por esa obsesión por aferrarse a la razón frente a la imaginación.

La Tate, una de las instituciones con más fondos de Blake, ha organizado una amplia exposición, 'Visiones del arte británico', que estará hasta el 21 de octubre en Caixaforum Madrid. Una muestra de un centenar de piezas que incluye 70 del 'profeta' británico y 30 de los artistas que bebieron de su sabiduría: los Antiguos, los prerrafaelitas, los simbolistas y los neorrománticos del siglo pasado. "Blake está considerado uno de los artistas ingleses más importantes. Y lo es también por todas las influencias que generó", explica Eduardo Rostán, uno de los responsables de la muestra, junto a los enormes lienzos de G. F. Watts. Tanto los artistas que estuvieron en contacto con él, como los posteriores ("incluso los de la época actual"), le miraron y le admiraron.

Blake siempre quiso ser grabador y aunque la técnica era aceptada por la burguesía de la época, sus temas alegóricos y su eterna visión del bien contra el mal (además de sus explícitas escenas sexuales) no eran vistas con buenos ojos. Nunca vivió holgadamente, aunque tuvo mecenas que le encargaron sus trabajos más importantes, como las ilustraciones del libro de Job (la Biblia fue una de sus fuentes de inspiración más importantes, como lo fue el poeta Milton) o las inacabadas de la 'Divina Comedia'. "Trabaja dos técnicas principalmente, la acuarela y el grabado. Él no trabaja óleo porque no le gusta, dice que la línea es muy difusa y a él le gusta la línea clara, que es una de las principales características", añade Rostán. Su modelo es lo gótico y Miguel Ángel. Un ejemplo claro es 'El fantasma de la pulga'. El insecto, mínimo, lo representa con un gigante muy fuerte. "Esta obra es muy característica, se puede ver cómo le funciona la imaginación a Blake. La fuerza del trazado es muy interesante, a él le interesa que la línea fuera concisa".

Un esfuerzo que se aprecia también en 'El ángel bueno y el ángel malo' (1805). "Se ve también cómo es la representación del cuerpo humano, el estilo gótico de Miguel Ángel, pero hay otro detalle interesante que es la postura del cuerpo. Blake pretendía representar estados espirituales, por ello son posturas que no son muy naturales, sino como él se lo imaginaba. No tenía un modelo". La obra representa la lucha eterna del bien y el mal: "Tiene una visión muy particular sobre la pasividad, cree que es el peor de todos los pecados, que es mejor un mal activo que estar pasivo, aunque sea con buena intención. Aquí representa con el grillete a una persona que no se puede mover un poco por el tema de la razón. Él cree que a veces ser tan racional no es bueno. La razón lo sujeta y no le deja hacer".


'Visiones en el arte británico', de Wiliam Blake. Caixaforum Madrid (Paseo del Prado, 36). Hasta el 21 de octubre. Entrada gratuita. Más información.
 
Virginia Hernández, Madrid: Miradas al fresco... con William Blake, EL MUNDO, 12 de julio de 2012