Ronda nocturna con Javier Sierra por el Museo del Prado (3)

3. La historia de Nastagio Degli Onesti (Boticelli)

Estamos ante las tres únicas tablas de Boticelli que tiene el Museo del Prado. Llegaron aquí poco antes de la Guerra Civil, fue una donación de Cambó, un político catalán que las compró en una subasta maravillado porque -decía- cada vez que las contemplaba su estado de ánimo cambiaba. El nuestro también. 

Uno de los tres paneles de Boticelli del Prado
Uno de los tres paneles de Boticelli del Prado

Lo interesante de estas tablas, explica Javier Sierra, es que nos cuentan una historia de fantasmas: «Para comprenderla tendríamos que leer un cuento del Decamerón, que es el cuento de la historia de los amantes crueles. Cuenta la aventura de Nastagio, un joven de Rávena, que es rechazado por una joven adinerada y que fruto de la depresión -los hombres no estábamos acostumbrados a que nos rechazaran en aquella época- acude a un bosque a las afueras de la ciudad para quitarse la vida. Cuando entra en el bosque para quitarse la vida, de repente ese lugar se llena de ruido y de vida, aparece un jinete enarbolando su espada con unos perros de caza persiguiendo a una muchacha. 

Nastagio se queda muy impresionado, trata de parar al jinete, pero éste le echa a un lado y le dice que está cumpliendo una misión divina persiguiendo a la mujer, le da caza, le abre la espalda, le saca las vísceras y se las da de comer a sus perros. Horrorizado por la escena, Nastagio comienza un parlamento con ese jinete. Éste le dice que lleva trescientos años haciendo la misma escena, y que cada viernes vuelve a iniciar la persecución de esta mujer, y que ellos dos -la chica que acaba de fallecer bajo su espada y él han caído presos de una maldición. Que él pidió la mano a aquella muchacha y ella le rechazó, que él acudió a ese bosque y se quitó la vida y que Dios decidió castigarle a él por suicida y a ella por haberle rechazado. Y le advirtió que cada viernes volvería a hacer la misma escena. Y Nastagio urde un plan.

Invita a la familia de la muchacha y a la muchacha a un banquete campestre justo en el lugar donde se ha producido esa aparición. En medio del banquete, irrumpe de nuevo el jinete con los perros persiguiendo a la muchacha y el único que no se asusta es Nastagio, el hombre de los jubones rojos, que les explica a todos lo que ha sucedido. Y saca de ahí la moraleja de que más vale no rechazar a un hombre no sea que caiga una maldición. Son los únicos fantasmas del Prado».